Cuando puedes hacer aparecer cualquier libro, instrumento o animal
simplemente agitando una varita y diciendo la palabra “¡Accio!”; cuando
puedes comunicarte con amigos o conocidos a través de una lechuza,
fuego, patronus, howler, objetos encantados como monedas o apparate para
visitarles en persona; cuando tu periódico tiene fotografías con
imágenes que se mueven y los objetos de uso diario a veces te hablan,
entonces Internet no es algo particularmente emocionante. Esto no quiere
decir que nunca vayas a ver a una bruja o mago navegando por la red,
simplemente quiere decir que generalmente lo harán por curiosidad con un
poco de condescendencia o porque estén buscando información dentro del
campo de Estudios de los Muggles.
Aunque no necesitan usar objetos domésticos de uso diario como lavaplatos o aspiradoras, a algunos miembros de la comunidad mágica les divierte la televisión muggle e incluso algunos agitadores de entre los magos a principios de los ochenta llegaron a crear la BBC de los Magos, con la esperanza de que podrían tener su propio canal de televisión. El proyecto fracasó desde un primer momento, puesto que el Ministerio de la Magia se negó a tolerar la emisión de material sobre el mundo mágico en un aparato muggle, lo que (pensaban) casi seguramente hubiera puesto en peligro el Estatuto Internacional del Secreto.
Algunos pensaron, con razón, que esta decisión era inconsistente e injusta, puesto que hay muchas radios que han sido legalmente modificadas por la comunidad mágica para su propio uso y disfrute y emiten regularmente programas relacionados con el mundo mágico. El Ministerio admitió que los muggles reciben a menudo fragmentos aislados de consejos sobre, por ejemplo, cómo podar una tentácula venenosa o sobre la mejor forma de deshacerse de los gnomos residentes de un campo de repollos, pero también arguyeron que la población muggle de oyentes de radio parece en general más tolerante, crédula o que confía menos en su propio entendimiento que los televidentes. Las razones de esta anomalía son estudiadas en profundidad en la obra del profesor Mordicus Egg: La filosofía de lo terrenal: por qué los muggle prefieren no saber. El profesor Egg arguye contundentemente que los muggles tienden a creer con más facilidad que han entendido algo mal y no que están alucinando.
También hay otra razón que explica el deseo de los magos por evitar los aparatos muggle, es algo cultural. La comunidad mágica se enorgullece del hecho de que no necesita los muchos (decididamente ingeniosos) artilugios que los muggles han creado para permitirles hacer lo que se puede hacer fácilmente con magia. Llenar tu casa con secadoras de ropa o teléfonos sería como admitir que eres incapaz de hacer magia.
Hay una gran excepción a la regla general de la aversión de los magos hacia la tecnología muggle, que es el coche (y en menos grado las motocicletas y los trenes). Antes de la introducción del Estatuto Internacional del Secreto, los magos y los muggles usaban el mismo tipo de medio de transporte: carros tirados por caballos y barcos de vela entre otros. La comunidad mágica se vio obligada a abandonar los coches de caballos cuando se volvieron algo del pasado. Es imposible negar que los magos admiraban con gran envidia los automóviles veloces y confortables que empezaron a llenar las carreteras durante el siglo XX y al final incluso el Ministerio de la Magia llegó a comprar una flota de coches, que modificaron con varios útiles encantos y de los que disfrutaron bastante. Muchos magos se pirran por los coches como si fueran niños y ha habido casos de magos de sangre pura que afirman nunca haber tocado un artefacto muggle pero a los que se ha descubierto en posesión de un Rolls Royce aparcado en su garaje. Sin embargo, los más extremos anti-muggle evitan todos los medios de transporte motorizados, la pasión de Sirius Black por las motocicletas enfureció a sus severos padres.
Aunque no necesitan usar objetos domésticos de uso diario como lavaplatos o aspiradoras, a algunos miembros de la comunidad mágica les divierte la televisión muggle e incluso algunos agitadores de entre los magos a principios de los ochenta llegaron a crear la BBC de los Magos, con la esperanza de que podrían tener su propio canal de televisión. El proyecto fracasó desde un primer momento, puesto que el Ministerio de la Magia se negó a tolerar la emisión de material sobre el mundo mágico en un aparato muggle, lo que (pensaban) casi seguramente hubiera puesto en peligro el Estatuto Internacional del Secreto.
Algunos pensaron, con razón, que esta decisión era inconsistente e injusta, puesto que hay muchas radios que han sido legalmente modificadas por la comunidad mágica para su propio uso y disfrute y emiten regularmente programas relacionados con el mundo mágico. El Ministerio admitió que los muggles reciben a menudo fragmentos aislados de consejos sobre, por ejemplo, cómo podar una tentácula venenosa o sobre la mejor forma de deshacerse de los gnomos residentes de un campo de repollos, pero también arguyeron que la población muggle de oyentes de radio parece en general más tolerante, crédula o que confía menos en su propio entendimiento que los televidentes. Las razones de esta anomalía son estudiadas en profundidad en la obra del profesor Mordicus Egg: La filosofía de lo terrenal: por qué los muggle prefieren no saber. El profesor Egg arguye contundentemente que los muggles tienden a creer con más facilidad que han entendido algo mal y no que están alucinando.
También hay otra razón que explica el deseo de los magos por evitar los aparatos muggle, es algo cultural. La comunidad mágica se enorgullece del hecho de que no necesita los muchos (decididamente ingeniosos) artilugios que los muggles han creado para permitirles hacer lo que se puede hacer fácilmente con magia. Llenar tu casa con secadoras de ropa o teléfonos sería como admitir que eres incapaz de hacer magia.
Hay una gran excepción a la regla general de la aversión de los magos hacia la tecnología muggle, que es el coche (y en menos grado las motocicletas y los trenes). Antes de la introducción del Estatuto Internacional del Secreto, los magos y los muggles usaban el mismo tipo de medio de transporte: carros tirados por caballos y barcos de vela entre otros. La comunidad mágica se vio obligada a abandonar los coches de caballos cuando se volvieron algo del pasado. Es imposible negar que los magos admiraban con gran envidia los automóviles veloces y confortables que empezaron a llenar las carreteras durante el siglo XX y al final incluso el Ministerio de la Magia llegó a comprar una flota de coches, que modificaron con varios útiles encantos y de los que disfrutaron bastante. Muchos magos se pirran por los coches como si fueran niños y ha habido casos de magos de sangre pura que afirman nunca haber tocado un artefacto muggle pero a los que se ha descubierto en posesión de un Rolls Royce aparcado en su garaje. Sin embargo, los más extremos anti-muggle evitan todos los medios de transporte motorizados, la pasión de Sirius Black por las motocicletas enfureció a sus severos padres.
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